Crítica del libro "La chica del tren"
Hará cosa de un par de
meses estaba en una librería ojeando la sección de novela negra y entre un
sinfín de libros estaba “La chica del tren”. Estoy segura de que es un título
más que sonado para vuestros oídos y lo cierto es que no tiene nada de nuevo,
de hecho, peca de repetitivo.
Se trata de una novela de
misterio que vio la luz el 13 de enero de 2015 cuando su autora Paula Hawkins
lo llevó a las librerías. Rápidamente se convirtió en un éxito absoluto en Gran
Bretaña, Estados Unidos e incluso Uruguay; fue todo un besteller. Fue tanto el
revuelo que causó esta novela que un año más tarde de ser publicada apareció en
los cines de la mano de Tate Taylor.
Yo personalmente cuando
una obra tiene tanta fama prefiero esperar un tiempo para leerla, prefiero dejar
que se enfríe el éxito que pueda tener para así leer con más calma y ojear las
críticas. Antes de entrar en detalles os adelanto mi opinión; “La chica del
tren” está muy sobrevalorada.
Es una novela de unas
quinientas páginas cuya trama gira entorno a Rachel Watson, una joven inmersa
en un cúmulo de malas decisiones motivadas principalmente por el alcohol.
Rachel todas las mañanas coge el tren de las ocho para fingir que acude a un
trabajo que ya no conserva. Todas las mañanas lleva un par latas de gin-tonic
que a lo largo de su trayecto va vaciando poco a poco. Desde la ventana del
tren ve a una pareja y comienza a inventar una vida perfecta para ellos, la
vida que le gustaría tener. Sin embargo, un buen día Rachel comprende que esa
pareja que le parecía perfecta está muy lejos de serlo.
Los primeros capítulos del
libro están dedicados exclusivamente a la presentación de Rachel, la autora pone
al lector en contexto sobre su situación actual y cómo ha llegado hasta ella la
protagonista. En mi opinión ese el primer error que comente la autora es cierto
que es importante empatizar con el personaje y para ello es necesario conocer
su historia. Sin embargo, le da demasiada importancia a contextualizar la
historia y esto hace que la lectura se haga pesada.
La trama no adquiere verdadero
interés hasta que se da la primera desaparición y la Policía junto con Rachel
entra en acción. Durante estos capítulos la autora se aprovecha del alcoholismo
de la protagonista para crear pequeñas lagunas en la historia y conseguir así
crear mayor expectación en el lector. Sin embargo, el alcoholismo de Rachel
también juega en su contra; no es capaz de superar ni por unos instantes sus
problemas y se compadece continuamente asimismo algo que te lleva a odiar al
personaje.
En definitiva, si hay
algo que una novela negra debe conseguir conservar hasta el final es la intriga
y desgraciadamente “La chica del tren” la poca intriga que puede llegar a
adquirir la pierde en cuestión de segundos. No creo que sea un mal libro, pero tampoco
es lo que se promete.
Comentarios
Publicar un comentario