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«Me sentí astronauta cuando me abriste la puerta,
 perdido en tus lunares, diciendo adiós a la Tierra.»


Escuchas el sonido de una respiración constante, relajada.

Te giras y ahí está; su mejor perfil. Ves esa mirada tan suya; enormes pestañas. Unos labios ligeramente entreabiertos y rojizos.

Intentas, como si de una cámara se tratara, enfocar aún mejor la escena.

Amplias la distancia y consigues ver un poco más allá, te despistas y bajas ligeramente la vista hasta tu mano que en todo ese ajuste de visión no ha parado de deslizarse sobre su pecho.

Conectas de nuevo, o al menos lo intentas, y de repente chocas, chocan tus ojos con los suyos y por un momento todo se para.

Y cuando quieres darte cuenta su mirada ya tiene ese brillo, entre la comisura de sus labios ya se abre hueco una sonrisa.

En un instante la situación se ha vuelto totalmente distinta y en tu cintura ya descansan sus manos.

Y, sin querer queriendo, ya te has vuelto a perder.


«Con el lenguaje de las manos,
leyendo en braille cada poro de tu piel pero también tus labios.
»





«Escojo lo que siembro pero no lo que recojo
Si no recojo nada será que llegó el invierno»


 



A veces las personas somos como un saco de boxeo; recibimos golpes y ni nos movemos, y no hablo de golpe físico sino emocional. Nos llega sin avisar y va directo al estómago, nos obliga a mover las manos al abdomen como queriendo calmar el dolor. “Espabila” grita mientras tú solo piensas en las ganas de vomitar.

El primer golpe es el peor porque no lo esperas, te deja noqueado por unos instantes… El segundo aún lleva algo de sorpresa pero el tercero ya no tiene siquiera efecto, se siente como un roce, lo notas pero ligeramente y no llega a herir, al menos no tanto.

Con cada nuevo golpe algo por dentro se muere, se va tintando de colores oscuros y se transforma en indiferencia, la decepción consigue eso; transformar lo que duele en algo que ni siquiera nos afecta. A veces la decepción es la mejor lección.


«Y que los frutos del cariño ahora yacen en el suelo
Carcomidos en estiércol pero alimentan al gusano»

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